Conocemos por los medios de comunicación sucesos de violencia
donde están involucrados niños y jóvenes,
con asombro vemos cómo los niños se han convertido en sicarios, los
adolescentes planean y ejecutan atentados donde pierden la vida muchas
personas, como ejemplo lo sucedido en el hospital Roosevelt. Adolescentes
convertidos en criminales, pandillas que reclutan niños y jóvenes para entrenarlos y que
pongan la cara en las extorsiones y asesinatos. Vemos con mucha pena la
cantidad de jóvenes recluidos en los centros para jóvenes en conflicto con la
ley penal, que reclaman buena alimentación, cuidados y otras prebendas para
ellos. Es preocupante que los centros de reclusión de jóvenes en conflicto con
la ley penal, cada vez reciban más jóvenes y estos sean insuficientes. Preguntémonos, ¿quién es el culpable que los
jóvenes se vinculen a la violencia? ¿El
Estado o la familia? Algunos dirán que son los dos, el Estado por no garantizar
a las familias las condiciones mínimas
para que vivan en condiciones
humanamente aceptables. Tenemos que quitarnos el estigma que pobreza es
sinónimo de violencia, hay delincuentes de alto calibre que provienen de
hogares con amplias condiciones económicas y de estos hay muchos. Los jóvenes deben estar en las aulas, en los
centros de formación, que por derecho les corresponden, no deben estar en las calles matando pilotos, asaltando,
extorsionando o violando. Guatemala es
un país de jóvenes, muchos no han tenido la oportunidad de desarrollar procesos
formativos en el sistema educativo para contar con un futuro prometedor. Mas de la mitad de la población guatemalteca
es menor de 30 años, somos un país con una población potencialmente capaz de mover la economía
nacional y por ello será un país que disfrutará el bono demográfico, el gran
riesgo es que los jóvenes no cuenten con la formación para desempeñarse
productivamente y aportar a la economía nacional de una forma sustentable. Lo
anterior nos coloca en situación de alto riesgo, la sociedad será afectada en
la medida que la población de jóvenes tenga baja formación. Como Estado debemos
buscar mecanismos para garantizar a los jóvenes oportunidades de desarrollo
integral, acciones que permitirán que menos jóvenes se vinculen a actos de
violencia. La familia juega un papel importante, en su seno es donde se
aprenden los valores y principios fundamentales para el comportamiento en
sociedad. Todos tenemos que aportar para que la juventud sea un factor
fundamental en el desarrollo adecuado de la sociedad.
jueves, 24 de agosto de 2017
miércoles, 16 de agosto de 2017
La educación, herramienta para construir un país.
Escucho en
múltiples ocasiones que la educación es pilar para el desarrollo, que con educación
lograremos cambiar el rumbo de nuestra vida y de nuestra familia, que un pueblo
educado progresa, que invertir en educación
es invertir en el futuro. Estamos claros que la educación es
fundamental, necesaria y clave para alcanzar una sociedad desarrollada. Debemos
preguntarnos: ¿qué tipo de educación queremos? ¿cuánto cuesta esa educación? ¿cómo
debe ser esa educación? La educación es un proyecto
político de la sociedad, con ella estamos formando los ciudadanos que queremos:
beligerantes, críticos, responsables, activos, transformadores o al contrario,
obedientes, acríticos, consumidores o
productores, creadores o reproductores, pensadores o seguidores. Por medio de
modelos educativos que se desarrollan en los países, que parten de ideologías o
fundamentos filosóficos de común consenso hacia el logro de los grandes
desafíos que pensadores, políticos u otros actores definen como lo ideal, la
meta o la aspiración que desean que sea esa sociedad, usan el sistema educativo
como el medio para lograr esa aspiración. Países que luego de guerras que han
destruido su infraestructura y tejido social, han tenido que revisar con
profundo análisis el camino a seguir para resurgir con más fuerza,
convirtiéndose en potencias en todo sentido. Ejemplos como: Japón, Corea del
Sur, Corea del Norte, Israel, Cuba, entre otros. Ellos han visto la necesidad
de cambiar el rumbo que ha de seguir su sociedad. Esas sociedades- como los lectores
podrán apreciar- son sociedades capitalistas, socialistas o comunistas, pero
todas tienen en común el modelo educativo que implementaron, que les dio la
orientación ideológica, filosófica y política que sus líderes deseaban
imprimirle a la sociedad. Esa orientación no se logra de la noche a la mañana,
es resultado de diseño, planeamiento, implementación, dirección y evaluación de
procesos a mediano y largo plazo, son décadas y siglos los que llevan a lograr
la sociedad que se aspira. En Guatemala necesitamos que con valentía y acuerdos
de los diferentes actores trabajemos por
la sociedad que aspiramos, el modelo
educativo para lograrlo, la escuela en donde se desarrolle ese modelo y el
perfil de profesor para lograr esa aspiración. No es cosa fácil, pero sí muy necesaria, es
todo un desafío en el tiempo pero hay que iniciar el reto, poniéndonos de
acuerdo en lo que deseamos que sea este país. El momento es ahora.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)