jueves, 24 de agosto de 2017

Los jóvenes y la violencia


Conocemos por los medios de comunicación sucesos de violencia donde están involucrados niños y jóvenes,  con asombro vemos cómo los niños se han convertido en sicarios, los adolescentes planean y ejecutan atentados donde pierden la vida muchas personas, como ejemplo lo sucedido en el hospital Roosevelt. Adolescentes convertidos en criminales, pandillas que  reclutan niños y jóvenes para entrenarlos y que pongan la cara en las extorsiones y asesinatos. Vemos con mucha pena la cantidad de jóvenes recluidos en los centros para jóvenes en conflicto con la ley penal, que reclaman buena alimentación, cuidados y otras prebendas para ellos. Es preocupante que los centros de reclusión de jóvenes en conflicto con la ley penal, cada vez reciban más jóvenes y estos sean insuficientes.  Preguntémonos, ¿quién es el culpable que los jóvenes se vinculen a la violencia?  ¿El Estado o la familia? Algunos dirán que son los dos, el Estado por no garantizar a las familias  las condiciones mínimas para que  vivan en condiciones humanamente aceptables. Tenemos que quitarnos el estigma que pobreza es sinónimo de violencia, hay delincuentes de alto calibre que provienen de hogares con amplias condiciones económicas y de estos hay muchos.  Los jóvenes deben estar en las aulas, en los centros de formación, que por derecho les corresponden,  no deben estar  en las calles matando pilotos, asaltando, extorsionando o violando.   Guatemala es un país de jóvenes, muchos no han tenido la oportunidad de desarrollar procesos formativos en el sistema educativo para contar con un futuro prometedor.  Mas de la mitad de la población guatemalteca es menor de 30 años, somos un país con una población  potencialmente capaz de mover la economía nacional y por ello será un país que disfrutará el bono demográfico, el gran riesgo es que los jóvenes no cuenten con la formación para desempeñarse productivamente y aportar a la economía nacional de una forma sustentable. Lo anterior nos coloca en situación de alto riesgo, la sociedad será afectada en la medida que la población de jóvenes tenga baja formación. Como Estado debemos buscar mecanismos para garantizar a los jóvenes oportunidades de desarrollo integral, acciones que permitirán que menos jóvenes se vinculen a actos de violencia. La familia juega un papel importante, en su seno es donde se aprenden los valores y principios fundamentales para el comportamiento en sociedad. Todos tenemos que aportar para que la juventud sea un factor fundamental en el desarrollo adecuado de la sociedad.

miércoles, 16 de agosto de 2017

La educación, herramienta para construir un país.

Escucho en múltiples ocasiones que la educación es pilar para el desarrollo, que con educación lograremos cambiar el rumbo de nuestra vida y de nuestra familia, que un pueblo educado progresa, que invertir en educación  es invertir en el futuro. Estamos claros que la educación es fundamental, necesaria y clave para alcanzar una sociedad desarrollada. Debemos preguntarnos: ¿qué tipo de educación queremos? ¿cuánto cuesta esa educación? ¿cómo debe ser esa   educación? La educación es un proyecto político de la sociedad, con ella estamos formando los ciudadanos que queremos: beligerantes, críticos, responsables, activos, transformadores o al contrario, obedientes, acríticos, consumidores o productores, creadores o reproductores, pensadores o seguidores. Por medio de modelos educativos que se desarrollan en los países, que parten de ideologías o fundamentos filosóficos de común consenso hacia el logro de los grandes desafíos que pensadores, políticos u otros actores definen como lo ideal, la meta o la aspiración que desean que sea esa sociedad, usan el sistema educativo como el medio para lograr esa aspiración. Países que luego de guerras que han destruido su infraestructura y tejido social, han tenido que revisar con profundo análisis el camino a seguir para resurgir con más fuerza, convirtiéndose en potencias en todo sentido. Ejemplos como: Japón, Corea del Sur, Corea del Norte, Israel, Cuba, entre otros. Ellos han visto la necesidad de cambiar el rumbo que ha de seguir su sociedad. Esas sociedades- como los lectores podrán apreciar- son sociedades capitalistas, socialistas o comunistas, pero todas tienen en común el modelo educativo que implementaron, que les dio la orientación ideológica, filosófica y política que sus líderes deseaban imprimirle a la sociedad. Esa orientación no se logra de la noche a la mañana, es resultado de diseño, planeamiento, implementación, dirección y evaluación de procesos a mediano y largo plazo, son décadas y siglos los que llevan a lograr la sociedad que se aspira. En Guatemala necesitamos que con valentía y acuerdos de los diferentes actores  trabajemos por la sociedad que aspiramos,  el modelo educativo para lograrlo, la escuela en donde se desarrolle ese modelo y el perfil de profesor para lograr esa aspiración.  No es cosa fácil, pero sí muy necesaria, es todo un desafío en el tiempo pero hay que iniciar el reto, poniéndonos de acuerdo en lo que deseamos que sea este país. El momento es ahora.