El 10 de mayo se celebró el Día de la Madre, fecha que siempre
llama a la reflexión. Los hijos que tienen la dicha de tener a su madre viva aprovechan
para celebrarlo. Quienes ya no la tienen con vida, guardan los recuerdos de
momentos y detalles vividos. Algunos,
acostumbran elevar sus oraciones o llevar alguna flor a su tumba. Otros
nunca conocieron al ser que les dio la vida.
Hoy quiero rendir tributo a ese ser divino que da vida, orienta,
se sacrifica, esfuerza y lucha día a día
por lograr la meta de hacer que sus hijos sean seres de bien. Esa madre que en muchas ocasiones debe hacer
doble esfuerzo (soltera, viuda, casada pero como que estuviera sola), para que
no falte alimento, vestido, educación y salud.
Esa mujer que a diario deja su vida en la cocina, en el lavadero,
ordenando la casa, limpiando, tejiendo o cultivando, entre otras tantas tareas.
Algunas, además de lo anterior, se desempeñan en una oficina ejerciendo una
profesión.
Yo tengo la dicha de contar con dos mujeres que han marcado mi
vida: por un lado mi madre, que siendo viuda, hizo todos los esfuerzos para que
sus hijos fueran personas de bien, trabajó en forma impresionante para no
fallar en sus metas y creencias.
Recuerdo sus regaños y formas de disciplinar, así como sus consejos para la
consecución de lo que deseaba que yo alcanzara en la vida. Reconozco que eso
contribuyó grandemente en mi conducta actual.
Por otro lado, mi esposa, una mujer profesional, inteligente, con
grandes competencias y conocimientos, quien un día dejó todo para dedicarse con
exclusividad a sus hijos, estar presente en cada actividad del colegio,
apoyándolos en tareas y actividades,
estar al tanto de sus necesidades. Logró que nuestros hijos tengan una
seguridad extraordinaria en sí mismos, en sus padres y en el futuro que persiguen. Una mujer
preclara, que se negó a si misma para hacer una de las tareas más dignas: educar a sus hijos.
Los padres son forjadores de valores, principios y muchos aspectos
asociados con la conducta; sin embargo, es innegable el papel de la madre, es quien
ejerce una influencia indiscutible en el bien, o en el mal comportamiento de
los hijos.
A todas las madres les deseo un feliz día, al igual que una vida
colmada de satisfacciones; a mi madre y a
mi esposa, múltiples bendiciones. Dios es quien ha registrado desde ya su contribución en el libro de la vida.
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