Conocemos por los medios de comunicación sucesos de violencia
donde están involucrados niños y jóvenes,
con asombro vemos cómo los niños se han convertido en sicarios, los
adolescentes planean y ejecutan atentados donde pierden la vida muchas
personas, como ejemplo lo sucedido en el hospital Roosevelt. Adolescentes
convertidos en criminales, pandillas que reclutan niños y jóvenes para entrenarlos y que
pongan la cara en las extorsiones y asesinatos. Vemos con mucha pena la
cantidad de jóvenes recluidos en los centros para jóvenes en conflicto con la
ley penal, que reclaman buena alimentación, cuidados y otras prebendas para
ellos. Es preocupante que los centros de reclusión de jóvenes en conflicto con
la ley penal, cada vez reciban más jóvenes y estos sean insuficientes. Preguntémonos, ¿quién es el culpable que los
jóvenes se vinculen a la violencia? ¿El
Estado o la familia? Algunos dirán que son los dos, el Estado por no garantizar
a las familias las condiciones mínimas
para que vivan en condiciones
humanamente aceptables. Tenemos que quitarnos el estigma que pobreza es
sinónimo de violencia, hay delincuentes de alto calibre que provienen de
hogares con amplias condiciones económicas y de estos hay muchos. Los jóvenes deben estar en las aulas, en los
centros de formación, que por derecho les corresponden, no deben estar en las calles matando pilotos, asaltando,
extorsionando o violando. Guatemala es
un país de jóvenes, muchos no han tenido la oportunidad de desarrollar procesos
formativos en el sistema educativo para contar con un futuro prometedor. Mas de la mitad de la población guatemalteca
es menor de 30 años, somos un país con una población potencialmente capaz de mover la economía
nacional y por ello será un país que disfrutará el bono demográfico, el gran
riesgo es que los jóvenes no cuenten con la formación para desempeñarse
productivamente y aportar a la economía nacional de una forma sustentable. Lo
anterior nos coloca en situación de alto riesgo, la sociedad será afectada en
la medida que la población de jóvenes tenga baja formación. Como Estado debemos
buscar mecanismos para garantizar a los jóvenes oportunidades de desarrollo
integral, acciones que permitirán que menos jóvenes se vinculen a actos de
violencia. La familia juega un papel importante, en su seno es donde se
aprenden los valores y principios fundamentales para el comportamiento en
sociedad. Todos tenemos que aportar para que la juventud sea un factor
fundamental en el desarrollo adecuado de la sociedad.
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