Común
es escuchar decir: los amigos son la familia que tú escoges. Hay personas que reciben
más consuelo, comunión, sinceridad y apoyo en los amigos y no en los
familiares. Yo particularmente no cambio
a mi familia, mi madre, hermanos, sobrinos, esposa e hijos, familia política son
mi consuelo. Sin embargo, valoro en forma impresionante a mis amigos, aquellos
hombres y mujeres de quienes yo sé que basta con una llamada para que estén ahí,
que se hagan presentes y que realicen enormes cosas por ayudarme. Conozco miles
de personas, soy afortunado, sin embargo, son contados mis amigos y amigas. No
escribiré sus nombres, pero ellos lo saben, ellos no están conmigo solo en las
buenas, ¡están siempre! A veces no nos vemos pero sabemos que estamos al
llamado, y en muchos casos, no mi llamado, sino el llamado de cualquiera de mis
seres queridos, ellos resuelven, ayudan, consuelan, y no están gritándolo a los
cuatro vientos.
Tengo amigos y amigas que basta con que les pida un favor o que
sepan que tengo alguna dificultad, para que cualquiera, con especial atención y
delicadeza, me ayuden sin condición alguna. Y vale decirlo, no son amigos
ocasionales, que dependan del puesto que yo tenga. ¿Han sabido ustedes de
alguien que diga, esa persona es mi familiar o esa persona es mi amigo y cuando
se le pregunta a la persona en cuestión, dice no conocerlos? Si son familiares
nunca se hablaron, han sido distantes por diferentes razones, -porque en la
familia también se discrimina, se descalifica, se aísla- pero ahora como arte de magia, dicen que son
familia o amigos, según sea el caso. Igualmente pasa con conocidos que, cuando
hay interés en acercarse a alguien a quien levemente conocieron alguna vez,
especialmente si les interesa algún favor, se acercan diciendo ser grandes
amigos o echando en cara algo para obtener su cometido. También se da el caso
de personas que olvidan a sus amigos o familiares, que no les gusta que los
asocien con su pasado, humilde, sencillo y pobre. Olvidan sus raíces, se vanaglorian
de su presente y ni mencionan sus raíces y su recorrido tortuoso.
Menos que los
haga sentirse orgullosos. Hoy que estamos muy cerca del día en que se celebra
el amor y la amistad, no envío rosas, no hago llamadas telefónicas, ni
invitaciones a comer, tomar un café o tener una amena conversación-pues mi
tiempo no me lo permite, aunque me encantaría-pero, desde lo más profundo de mi
corazón, expreso mi sentimiento de orgullo por los amigos y amigas que tengo,
por la familia que Dios me dio, por la tranquilidad y seguridad de decir que
soy enormemente dichoso por la vida, el amor y la amistad.
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